Qué destreza para transportarnos a ese frío invierno de 1956 en un pueblecito perdido y dejado de la mano de Dios en el Maestrazgo turolense. Poco a poco nos van introduciendo en ese ambiente rural y claustrofóbico lleno de pobreza, de carencias tanto materiales como afectivas, supersticiones, fanatismo religioso, ignorancia y brutalidad. Con que sensibilidad nos van describiendo los acontecimientos que me han tenido con el corazón encogido, y qué personajes tan logrados, tan bien definidos, tan importantes todos desde la protagonista, la reportera del semanario de sucesos El Caso, Ana Martí, a Isabelita la niña estigmatizada que es el eje central de toda la trama. Desde el tonto del pueblo al poderoso cacique, desde el sargento de la guardia civil al maestro, desde la pequeña e inteligente Eugenia hasta la atormentada Aurelia, y cómo no, el cura omnipresente que ostentaba el poder que se le otorgaba a la iglesia católica en aquellos tiempos. Con todos ellos han conseguido plasmar un extraordinario retrato de la cruda realidad de la España rural de los años cincuenta logrando mantener el misterio y el suspense durante toda la historia. Y aunque ya casi al final he podido intuir el desenlace no ha sido de la manera en que pensaba en un principio sino que le han sabido dar otra vuelta de tuerca para hacerlo más demoledor si cabe.
Si os apetece un viaje al pasado a esa España profunda en pleno franquismo o si os apetece una historia impactante sobre los más bajos instintos de la condición humana este es vuestro libro. Leedlo que no os arrepentiréis.
